Bloque 5
Fuente
1.
Proclama
de Primo de Rivera Diario
de Barcelona, 13 de septiembre de 1923.
ESPAÑOLES:
Ha llegado para nosotros el momento más temido que esperado (porque
hubiéramos querido vivir siempre en la legalidad y que ella rigiera
sin interrupción la vida española) de recoger las ansias, de
atender el clamoroso requerimiento de cuantos, amando la patria, no
ven para ella otra solución que libertarla de los profesionales de
la política, de los hombres que nos ofrecen un cuadro de desdichas e
inmoralidades que empezaron en el 98 y amenazan a España con un
próximo fin trágico y deshonroso. La tupida red de la política de
concupiscencias ha cogido en su malla, secuestrándola, hasta la
voluntad real. Con frecuencia parecen pedir que gobiernen los que
dicen no dejar gobernar, aludiendo a los que han sido su único,
aunque débil freno, y llevaron a las leyes y costumbres de la época
ética sana, el tenue tinte de la moral y la equidad que aún tienen;
pero en la realidad se avienen fáciles y contentos al turno y al
reparto y entre ellos mismos designan la sucesión.
Pues
bien, ahora vamos a recabar todas las responsabilidades y a gobernar
nosotros u hombres civiles que representen nuestra moral y doctrina.
Basta ya de rebeldías mansas, que sin poner remedio a nada, dañan
tanto y más a la disciplina que está recia y viril a la que nos
lanzamos por España y por el rey.
Este
movimiento es de hombres: el que no sienta la masculinidad
completamente caracterizada, que espere en un rincón, sin perturbar
los días buenos que para la patria preparamos.
ESPAÑOLES:
¡VIVA ESPAÑA Y VIVA EL REY!
Fuente
2.
La
historia política de la dictadura puede contarse rápidamente. El
directorio militar se convierte en «civil» en 1925, designa en 1927
una Asamblea consultiva y proyecta en 1929 una Constitución: todo
esto no cambia ni su esencia ni sus métodos. Pero
¿realizó algún trabajo en orden a los grandes problemas nacionales
por resolver? Sólo resolvió la cuestión marroquí. Se mantuvo la
alianza con Francia y, desde 1925, el Rif no volvió a agitarse.
Dos
hombres, el conde de Guadalhorce y Calvo Sotelo, anunciaron
importantes proyectos económicos. Se les reprochó el aumento
de la deuda [ ... ]. Pero el Estado provee de fondos ya a grandes
empresas públicas Por lo menos una de ellas era de altos vuelos: las
Confederaciones Sindicales Hidrográficas [...]
Las
intenciones más teóricas (nacionalismo económico, economía
dirigida) dieron aún menos resultado; no se observó el porcentaje
de capitales y técnicos nacionales impuesto a las empresas; se cedió
el monopolio de Teléfonos a los norteamericanos; las ventajas a los
puertos andaluces y la desconcentración geográfica de las
industrias no originaron ningún cambio en la estructura
española, y disgustaron a catalanes y vascos [...]
El
programa social a la moda italiana anunció el fin de la lucha de
clases: Comités Paritarios obligatorios, contacto con Largo
Caballero y Prieto y leyes del trabajo nocturno de las mujeres. Pero
los obreros notaron que los salarios no seguían la curva de una
prosperidad patronal ostentosa, y que la huelga había sido
prohibida.
El
problema regional no fue tratado por grandes medios, sino con
cominerías. En Cataluña se destruyó la Mancomunidad de 1913
y su obra. La alianza con las clases dirigentes catalana y vasca se
perdió rápidamente. Pero como su patriotismo regional ya se
había vuelto sospechoso, los «nacionalismos» fueron alimentados
ahora por la oposición democrática.
Vilar,
Pierre (1978)
Historia
de España,
Barcelona, Crítica, p.120
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