Bloque 3
Fuente
1.
MANIFIESTO DE CÁDIZ (19 de septiembre de 1868).
Españoles:
La ciudad de Cádiz puesta en armas, con toda su provincia, con la
Armada anclada en su puerto, (…) declara solemnemente que niega su
obediencia al gobierno de Madrid, segura de que es leal intérprete
de todos los ciudadanos y resuelta a no deponer las armas hasta que
la Nación recobre su soberanía [...]. Hollada la ley fundamental,
(...) corrompido el sufragio por las amenazas y el soborno; muerto el
municipio; pasto la Administración y la Hacienda de la inmoralidad;
tiranizada la enseñanza; muda la prensa (…).Queremos que un
gobierno provisional que represente todas las fuerzas vivas del país
asegure el orden, en tanto que el sufragio universal echa los
cimientos de nuestra regeneración social y política. Contamos para
realizar nuestro inquebrantable propósito con el concurso de todos
los liberales, con el apoyo de las clases acomodadas, amantes del
orden, con los ardientes partidarios de las libertades individuales,
(...) con el apoyo de los ministros del altar, (...) con todo el
pueblo y con la aprobación, en fin, de la Europa entera; pues no es
posible que en el consejo de las naciones se haya declarado ni se
decrete que España ha de vivir envilecida. Españoles:¡Viva España
con honra!
Cádiz,
19 de septiembre de 1868. Juan Prim, Domingo Dulce, Francisco
Serrano, Juan Topete.
Fuente
2.
(...)Cuantos me han escrito
muestran igual convicción de que sólo el restablecimiento de la
monarquía constitucional puede poner término a la opresión, a la
incertidumbre y a las crueles perturbaciones que experimenta
España.(...) Sólo puedo decir que nada omitiré para hacerme digno
del difícil encargo de restablecer en nuestra noble nación, al
tiempo que la concordia, el orden legal y la libertad política, si
Dios en sus altos designios me la confía. Por virtud de la
espontánea y solemne abdicación de mi augusta madre, tan generosa
como infortunada, soy único representante yo del derecho monárquico
en España. (…) Afortunadamente la monarquía hereditaria y
constitucional posee en sus principios la necesaria flexibilidad y
cuantas condiciones de acierto hacen falta para que todos los
problemas que traiga su restablecimiento consigo sean resueltos de
conformidad con los votos y la convivencia de la nación. (...)Nada
deseo tanto como que nuestra patria lo sea de verdad. A ello ha de
contribuir poderosamente la dura lección de estos últimos tiempos
que, si para nadie puede ser perdida, todavía lo será menos para
las hornadas y laboriosas clases populares, víctimas de sofismas
pérfidos o de absurdas ilusiones. (...)Sea la que quiera mi propia
suerte ni dejaré de ser buen español ni, como todos mis
antepasados, buen católico, ni, como hombre del siglo,
verdaderamente liberal.
Suyo, afmo., Alfonso de
Borbón.
Manifiesto
de Sandhurst 1
de diciembre de 1874
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