jueves, 28 de mayo de 2015

Segle XX: Parella 3.


Bloque 7

Fuente 1. 
“(...) DISPONGO:
Artí. 1o. Constituye figura de delito, castigado conforme o las disposiciones de la presente Ley, el pertenecer a la masonería, al comunismo y demás sociedades clandestinas a que se refieren los artículos siguientes. El Gobierno podrá añadir o dichas organizaciones las ramas o núcleos auxiliares que juzgue necesario y aplicarles entonces las mismas disposiciones de esta Ley debidamente adaptadas.
Art. 2o. Disueltas las indicadas organizaciones, que quedan prohibidas y fuera de la Ley, sus bienes se declaran confiscados y se entienden pues tos a disposición de la jurisdicción de responsabilidades políticas.
Art. 3o. Toda propaganda que exalte los principios o los pretendidos beneficios de masonería o comunismo o siembre ideas disolventes contra la Religión, la Patria y sus instituciones y contra la armonía social, será castigada con la supresión de los periódicos o entidades que la patrocinasen e incautación de sus bienes, y con pena de reclusión mayor para el principal o principales culpables, y de reclusión menor para los cooperadores”
Ley de responsabilidades políticas de  1939

Fuente 2.
 En lo que respecta a la prensa, el franquismo triunfante comienza por suprimir de manera tajante más de la mitad de los diarios y revistas que antes de la guerra se publicaban en España. No sólo hace desaparecer todos los periódicos obreros, republicanos o revolucionarios, sino también los simplemente liberales...
Innecesario, es decir, que ni uno solo de los que trabajaban en los numerosos periódicos suprimidos por el franquismo recibe indemnización de ningún tipo [ ... ] Los periodistas concretamente han de sufrir tres tipos de graves sanciones: una depuración administrativa [ ... ]; unos juicios en los que no tienen posibilidades serias de defensa en que han de comparecer y en los que son sentenciados a muerte un cincuenta por ciento y la prohibición absoluta de ejercer su profesión cuando logran la libertad [ ... ]
Los periódicos ofrecen tanto en sus informaciones como comentarios una terrible y monótona uniformidad. Todos dicen lo mismo y en la misma forma, de absoluta conformidad con las órdenes recibidas a las que nadie tiene la valentía de faltar.
Guzmán, Eduardo (1980) Vicisitudes y penalidades de la prensa española 1936- 79, Tiempo de Historia, n 66, p. 53­-55.

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